viernes, 21 de octubre de 2016

S.O.S. ¡Conflictos en el aula!

Son numerosos los conflictos que pueden surgir en el aula. Cada alumno tiene unos intereses, motivación, destrezas y desarrollo cognitivo diferentes, y de esto depende la actitud y el comportamiento que puedan presentar en clase. Creo que, en general, para evitar conflictos, es necesario que tanto los alumnos como el profesor tengan claro desde el principio de curso las normas de la clase; aún así, el docente debe estar preparado para que surja cualquier dificultad y, sobre todo, debe reflexionar brevemente antes de actuar, pues su actitud hacia el alumnado también condiciona el comportamiento de este.

En mi experiencia dando clase a niños y adolescentes he vivido distintos conflictos en el aula: grupos muy heterogéneos en cuanto a comportamiento y capacidades; falta de motivación; niños pequeños con problemas familiares que descargan su frustración sobre sus compañeros, chavales con TDAH; alumnos que no se integran en el grupo y otros que están demasiado integrados (hasta el punto de que olvidan que están en un aula)...

Por tratar solo de uno de ellos, me centraré en un caso real que podría resumir así: los adolescentes y sus aficiones. Se trata de un grupo de chicos (varones) de unos catorce años con una pasión exacerbada por el fútbol.  Hacia finales de curso, poco antes de la final de la Champios, durante los 60 minutos en los que dura la clase les cuesta centrar la atención en algo que no sea el partido del año; se distraen demasiado y sus conversaciones suelen terminar en conflictos verbales, por lo que decido centrar la atención de las actividades en el fútbol. Por ejemplo, una de las tareas que tienen que hacer en clase es buscar información sobre su futbolista favorito y redactar una breve biografía. Como además coincide que la unidad de gramática que están estudiando es el futuro, tienen que hacer un pronóstico sobre el partido: qué, quién, cómo, cuándo, dónde, por qué... Esto les divierte especialmente porque les propongo premiar al que más se acerque a la realidad. 

Para mí esto fue divertido porque también me gusta el fútbol y participé con ellos en la crónica anticipada. Esto supuso un acercamiento a los chavales, a quienes les interesaba saber mi opinión acerca de mi equipo y mis jugadores favoritos. Creo que al final fui capaz de transmitirles que el fútbol, para mí, no es más que un deporte divertido y que disfruto apoyando a mi equipo, pero que no merece que le preste más atención que a mi trabajo o estudios y que es un asunto de actualidad banal por el que no vale la pena discutir. 

Aunque ya quedaba menos de un mes para que se terminara el curso, después del día D no se volvió a mencionar el fútbol en la clase. Las vacaciones de verano estaban ahí, y los recursos para utilizar este tema en inglés son casi infinitos... :)

2 comentarios:

  1. Me gusta mucho tu comentario, porque es una experiencia real, no es sólo teoría, y la solución ha sido aplicada usando los intereses de los alumnos como recursos de la materia. Siempre se habla de la mediación, del diálogo... pero en este caso la solución es la motivación de los alumnos y la iniciativa de la profesora para desarrollar esa motivación. En mi opinión es una excelente solución. FDO: biocurioseando.wordpress.com

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    1. ¡Muchas gracias por tu comentario! El aprendizaje situado suele funcionar muy bien, sí :-)

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